En
uno de mis artículos anteriores, hablaba de que además de educar a nuestros
hijos e hijas, también existen personas a nuestro alrededor, que sin darnos
cuenta, nuestras conductas, influyen en ellos.
Quisiera
hablar de un solo ejemplo muy real:
Nos
encontramos en la fila de entrada al colegio, los niños esperan en la fila antes
de que suene la sirena, son las nueve y se abren las puertas, pero... diez
minutos antes una madre y su hijo están repartiendo invitaciones de
cumpleaños. Por supuesto, no a todas las filas, pero... sí a la fila de la
clase que les corresponde. El problema empieza cuando reparte a unos sí y a
otros no.
Imaginemos
por un momento que tu hijo no ha recibido su invitación de cumpleaños. ¿Cómo
nos sentimos? ¿Qué nos parece esa situación? ¿Cómo se pueden sentir nuestros
hijos? Si el objetivo es invitar a cuatro, creo que ese no es el momento
adecuado para repartir invitaciones, sobre todo cuando todos los niños están
mirando; habría que pensar en los demás niños, ¿Por qué? Todos por el mero hecho de interactuar con el medio, somos transmisores de muchos valores y
aunque nuestra huella nos parece que no está muy marcada, ahí queda. Así se va creando nuestra
gran sociedad, con minúsculos detalles.
Podríamos
profundizar en éste ejemplo, pero... sinceramente situaciones así nos
encontramos muchas veces y lo justificamos con frases ya muy hechas:
"Ésta sociedad es así,....". Señores y señoras: ¡Está en
nuestras manos cambiarla, no en las manos de los demás!
Una
vez me encontré exactamente con éste caso, por eso lo cuento; curiosamente
estaba cerca de uno de los niños que no recibió esa tarjeta de invitación,
el niño se acerco a su madre y le pregunto porque él no había recibido la
invitación. La madre intento explicarle que la mamá del otro niño, no había actuado bien
y que no se preocupara, que no pasaba nada. No había tiempo de
explicaciones pero me daban ganas de coger a la otra
madre y decirle:
-
¡Perdona!, si no tienes intención de invitar a todos los niños, por favor, no
se lo pases por sus narices. Éstos niños tienen sentimientos y sus madres
también.- ese fue mi pensamiento, no lo lleve a la acción y eso después me
llevo a pensar en uno de esos power point que suelen mandar muy interesantes
donde había una frase que decía: "...¿Para qué queremos leyes y reglas si no
disponemos de la valentía de llevarlas a la práctica?..."
Concretando,
tenemos que ser conscientes de que nuestras acciones afectan a otras personas y
pueden tener unas grandes consecuencias para los que dan y para los que
reciben. ¿Qué mundo queremos para nuestros hijos?, pues poquito a poco
vayamos echando granitos de arena para construirlo. No esperemos a
que los demás sean los primeros en llevar a cabo una acción saludable, como
por ejemplo, ceder un asiento del autobús, recoger un papel del suelo, dar
las gracias, un buenos días,... mis hijos pueden ser un fiel reflejo
de mis acciones ¡Se constante en tus buenas acciones, no pretendemos cambiar el
mundo, pero sí mejorar la parcela donde vivimos!
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