miércoles, 12 de marzo de 2014

UNA INVITACIÓN DE CUMPLEAÑOS




En uno de mis artículos anteriores, hablaba de que además de educar a nuestros hijos e hijas, también existen personas a nuestro alrededor, que sin darnos cuenta, nuestras conductas, influyen en ellos. 


Quisiera hablar de un solo ejemplo muy real:  


Nos encontramos en la fila de entrada al colegio, los niños esperan en la fila antes de que suene la sirena, son las nueve y se abren las puertas, pero... diez minutos antes una madre y su hijo están repartiendo invitaciones de cumpleaños. Por supuesto, no a todas las filas, pero... a la fila de la clase que les corresponde. El problema empieza cuando reparte a unos y a otros no.  


Imaginemos por un momento que tu hijo no ha recibido su invitación de cumpleaños. ¿Cómo nos sentimos? ¿Qué nos parece esa situación? ¿Cómo se pueden sentir nuestros hijos? Si el objetivo es invitar a cuatro, creo que ese no es el momento adecuado para repartir invitaciones, sobre todo cuando todos los niños están mirando; habría que pensar en los demás niños, ¿Por qué?  Todos por el mero hecho de interactuar con el medio,  somos transmisores de muchos valores y aunque nuestra huella nos parece que no está muy marcada, ahí queda. Así se va creando nuestra gran sociedad, con minúsculos detalles. 


Podríamos profundizar en éste ejemplo, pero... sinceramente situaciones así nos encontramos muchas veces y lo justificamos con frases ya muy hechas: "Ésta sociedad es así,....". Señores y señoras: ¡Está en nuestras manos cambiarla, no en las manos de los demás!  


Una vez me encontré exactamente con éste caso, por eso lo cuento; curiosamente estaba cerca de uno de los niños que no recibió esa tarjeta de invitación, el niño se acerco a su madre y le pregunto porque él no había recibido la invitación. La madre intento explicarle que la mamá del otro niño, no había actuado bien y que no se preocupara, que no pasaba nada. No había tiempo de explicaciones pero me daban ganas de coger a la otra madre y decirle: 


- ¡Perdona!, si no tienes intención de invitar a todos los niños, por favor, no se lo pases por sus narices. Éstos niños tienen sentimientos y sus madres también.- ese fue mi pensamiento, no lo lleve a la acción y eso después me llevo a pensar en uno de esos power point que suelen mandar muy interesantes donde había una frase que decía: "...¿Para qué queremos leyes y reglas si no disponemos de la valentía de llevarlas a la práctica?..." 


Concretando, tenemos que ser conscientes de que nuestras acciones afectan a otras personas y pueden tener unas grandes consecuencias para los que dan y para los que reciben. ¿Qué mundo queremos para nuestros hijos?, pues poquito a poco vayamos echando granitos de arena para construirlo. No esperemos a que los demás sean los primeros en llevar a cabo una acción saludable, como por ejemplo, ceder un asiento del autobús, recoger un papel del suelo, dar las gracias, un buenos días,... mis hijos pueden ser un fiel reflejo de mis acciones ¡Se constante en tus buenas acciones, no pretendemos cambiar el mundo, pero sí mejorar la parcela donde vivimos!

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