Hay miles de palabras que podemos elegir para expresarnos, un sin fin de ellas y sin embargo, no nos damos cuenta de que cuándo las transmitimos a los demás pueden herir o curar. Podemos estar más o menos bien, en un momento tranquilo, frente al televisor y recibir una llamada de alguien que te ha dicho lo mayor que eres y lo mal que te sentaba la ropa que llevaste anoche para tu edad. ¿Qué ha cambiado? solo ha pasado un minuto desde el momento que nos sentíamos bien y parece que esas palabras han cambiado el rumbo de nuestra vida. ¡Solo han sido palabras!. Por lo tanto, vemos que son importantes. A nosotros mismos también nos dedicamos palabras que nos llegan a través del pensamiento, pero al convertirlas en palabras las hacemos más reales. A nuestros hijos les transmitimos nuestros valores a través de las palabras, es importante además, saber que el tono de esas palabras también pueden herir o curar. Cambia mucho decir a una persona con un tono dulce: ¡Eres guapa! a decirle en un tono enfadado ¡Eres guapa!. Con las mismas palabras indicas un mensaje diferente.
La palabra es una herramienta que debemos utilizar muy bien y dirigirla hacia el bien. Esta demostrado que cuándo transmites palabras positivas a las demás personas y a ti misma la autoestima crece, confiamos más en nosotros mismos, nos sentimos más creativos y capaces de realizar lo que nos proponemos.
La habilidad de utilizar las palabras la tenemos, lo que nos falta es entrenamiento.
Ej: No es lo mismo decir: "Eres un burro" a "Si consigues portarte bien, estarás más guapo".
"Eres desobediente" a "Sabes escuchar, te falta estar más atento".
Te invito a que intentes cambiar las palabras que hieren por las que curan y que además cambies el tono con el que las usas. Es un reto. Dime que palabras has sustituido y que respuesta has encontrado. Te espero.
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