lunes, 18 de noviembre de 2013

LAS PALABRAS

Hay miles de palabras que podemos elegir para expresarnos, un sin fin de ellas y sin embargo, no nos damos cuenta de que cuándo las transmitimos a los demás pueden herir o curar. Podemos estar más o menos bien, en un momento tranquilo, frente al televisor y recibir una llamada de alguien que te ha dicho lo mayor que eres y lo mal que te sentaba la ropa que llevaste anoche para tu edad. ¿Qué ha cambiado? solo ha pasado un minuto desde el momento que nos sentíamos bien y parece que esas palabras han cambiado el rumbo de nuestra vida. ¡Solo han sido palabras!. Por lo tanto, vemos que son importantes. A nosotros mismos también nos dedicamos palabras que nos llegan a través del pensamiento, pero al convertirlas en palabras las hacemos más reales. A nuestros hijos les transmitimos nuestros valores a través de las palabras, es importante además, saber que el tono de esas palabras también pueden herir o curar. Cambia mucho decir a una persona con un tono dulce: ¡Eres guapa! a decirle en un tono enfadado ¡Eres guapa!. Con las mismas palabras indicas un mensaje diferente.
La palabra es una herramienta que debemos utilizar muy bien y dirigirla hacia el bien. Esta demostrado que cuándo transmites palabras positivas a las demás personas y a ti misma la autoestima crece, confiamos más en nosotros mismos, nos sentimos más creativos y capaces de realizar lo que nos proponemos.
La habilidad de utilizar las palabras la tenemos, lo que nos falta es entrenamiento.
Ej: No es lo mismo decir:  "Eres un burro" a "Si consigues portarte bien, estarás más guapo".
                                           "Eres desobediente" a "Sabes escuchar, te falta estar más atento".
 
Te invito a que intentes cambiar las palabras que hieren por las que curan y que además cambies el tono con el que las usas. Es un reto. Dime que palabras has sustituido y que respuesta has encontrado. Te espero. 

miércoles, 13 de noviembre de 2013

EDUCAR: NOSOTROS MISMOS

¿Quienes somos ? Difícil pregunta, sobre todo si la tenemos que contestar hoy. A las personas les resulta más fácil decir quienes eran; nos quedamos bloqueados a la hora de explicar quienes somos. No es que no aceptemos quienes somos, es que no hemos llegado a conocernos bien, porque tenemos la visión de un pasado que nos ha dejado anclados en algún punto. Tampoco quiere decir que no nos guste lo que vemos, simplemente no nos sentimos idetintificados.

Para conocernos debemos estar bien atentos y estar abiertos a la oportunidad de cambio. La fuerza de voluntad y el tiempo, es nuestro mejor aliado, además de estar abierto a hacer unos ejercicios diarios que nos acerquen al menos a la realidad de quién soy a día de hoy.

Ej: Yo era la mejor en saltos de altura, me sentía atrevida para hacer las cosas, no se me ponía nada por delante, siempre hacía reír a todo el mundo, nunca me ponía mala, no sabía ni lo que era visitar a un médico. Me saque el carnet de conducir a la primera y así un largo etcétera.

Ahora, no me reconozco, soy más vergonzosa, tengo miedo a muchas cosas, casi ni quiero coger el coche, me cuesta reír, voy al médico día sí y día no; si hago deporte me agoto nada más hacer un ejercicio y un largo etcétera.

En éste ejemplo hemos cogido habilidades que teníamos desarrolladas en el pasado ¡eran otros momentos!. Ahora con el paso del tiempo, la experiencia, la Familia, los amigos, el medio en el que estamos, las cosas van cambiando, ni a mejor ni a peor ¡cambian!.  Muchas de las cosas en que creíamos se han convertido en un castillo de arena, otras  las hemos logrado o bien dejaron en algún momento de sen interesantes para nosotros. Todo ha cambiado y nosotros, por supuesto, con dichos cambios  hemos evolucionado.

Podemos aprender a aceptar en que nos hemos convertido y si no nos gusta, podemos cambiarlo. Siempre, claro está, siendo realistas. Si hemos tenido un accidente y debemos permanecer en silla de ruedas, es algo que debemos aceptar, pero la actitud ante ello es lo que podemos cambiar. ¿De que nos sirve estar atormentados? Tenemos que superar etapas, tiene que haber un duelo por los hechos que acontecen, pero a partir de ahí si no nos gusta lo que vemos, debemos y podemos cambiarlo, si no podemos sólos, tenemos profesionales que pueden ayudarnos.

Yo os diré cómo podemos empezar, pueden ser experiencias propias, experiencias de personas cercanas, pero creo en ellas y por ello quiero contarlas. Mi motor a la hora de actuar es que si puedo cambiar algo ¡adelante!, sino  se puede  cambiar las aceptaré pero... al menos distinguir lo que puedo y no puedo cambiar. 

Los ejercicios son sencillos:

Primero: deja de fijarte en todo aquello que no te gusta, en todo aquello que te ha hecho pasar mal rato y dedicate a escribir cada noche lo bueno  que te ha pasado, algo agradable aunque sea muy pequeñito (Prohibido añadir coletillas de "Sí, pero..."). Una vez que has escrito lo agradable, medita en que te puede ayudar ésto a largo plazo y escribe. Eso puedes hacerlo toda la vida si quieres, pero yo te digo que cuándo lleves mucho tiempo haciéndolo te saldrá solo, lo habrás dejado en el subconsciente, como aquel que lleva un coche sin pensar en sus movimientos  y durante el día pensarás más en las cosas agradables y finalmente no tendrás necesidad de escribirlas. Intenta ser constante.

Segundo:Realiza un cuadro con los diferentes pasos que te voy a contar y luego tu en la parte derecha del cuadro, desarrolla tus respuestas:
1. Escribe cómo te sientes, que te pasa y del 1 al 10 anota el grado de  intensidad de lo que estás viviendo.
2. Escribe en que momento te sucede, en que lugar. El hecho en sí.
3. Que pensamientos te vienen a la cabeza (Se sincera).
4. Analiza esos pensamientos para acercarte a la realidad.
     a. Busca evidencias: ¿Qué pruebas tienes a favor  de que lo que piensas es cierto? ¿Qué pruebas tienes en contra?. ¿Tengo datos suficientes para pensar así? ¿Podría haber otras interpretaciones?. Anotarlas.
      b. Analizo consecuencias: ¿sí lo que pienso es tan terrible, crees que puedo llegar a estar más o menos bien aun no teniendo lo que quiero? ¿Realmente es tan grave? ¿Que podría ocurrirte si...?
      c. Analizo la rentabilidad: ¿Me ayuda pensar así? ¿Cómo influye lo que pienso en cómo me siento y cómo me comporto?
5.Anota otras interpretaciones a lo que te pasa.
6. ¿Cuál es más realista?
7. ¿Cómo me siento ahora?. Anota la intensidad de como te sientes ahora (del 1 al 10).

Todos éstos ejercicios los llevo prácticando un año entero y sigo haciéndolo, me funcionan y aunque no puedo decir cómo soy exactamente,  me ha ayudado a aceptar muchas cosas, a enfrentarme a muchos miedos y a sentirme mucho mejor en la vida diaria. A través de un trabajo  constante hacía mi interior, he logrado que se refleje en los demás de manera inconsciente, tengo más ganas de transmitir valores a mis hijos, el ambiente de casa es más dialogante, veo las cosas graves con menor intensidad, me fijo más en las cosas agradables que en las cosas desagradables.

Si yo misma soy capaz de cambiar, las cosas que hay alrededor de alguna forma u otra se adaptan a nosotros o ¿Nos adaptamos a ello?

Insisto son ejercicios y consejos que no pueden quedar en la mera lectura, deben prácticarse. Yo invito a que así sea y que sino somos capaces, nos dejemos ayudar. No todos los profesionales siguen la misma línea de actuación, yo me he guiado más por aquellos que practican la psicología cognitiva. (hablaremos de ella).
  



























lunes, 11 de noviembre de 2013

ENFRENTARSE A LOS MIEDOS

  Cuando un niño o niña tiene miedo, es difícil saber los motivos. La respuesta la podemos llegar a obtener gracias a la capacidad que tenemos los padres de escuchar, de observar y de aprender a manejar la situación de la mejor manera posible. No siempre los padres tenemos la razón y si nos convertimos en protectores no dejamos a nuestros hijos e hijas desarrollar la gran capacidad que tienen para enfrentarse a ciertas situaciones que se presentan en la vida diaria. Por ejemplo, un niño tiene miedo "a algo", y lo transmite a través de una conducta agresiva (pegar, gritar, ...), si cada vez que pega, evitamos que acuda a esos lugares dónde es conflictivo (equipo de fútbol, karate, baloncesto, ...)le negamos la oportunidad de enfrente a sus propios miedos y aprender a manejar estas situaciones. Es difícil valorar si de verdad no le gusta la actividad o sí tiene miedo a la actividad en sí o a lo que ésta conlleva:relacionarse con los demás, ganar o perder, compartir, etc. ¿Qué pueden hacer los educadores? Primero demostrarle que la actividad que está realizando es buena y que además tiene capacidad para desarrollarla. Que cualquier cosa que haga su esfuerzo es importante y sobre todo su actitud. Si a pesar de ello sigue con su conducta agresiva, se le puede castigar en consecuencia. El castigo no debe servir para que se sienta menos que los demás, sino dirigirlo a pensar acerca de si quiere o no seguir haciendo esa actividad: motivos de porque le gusta la actividad y quiere seguir con ella. ¿Cuántas veces debemos intentarlo? todas las que sea posible hasta que el quiera pelear por entrar en el grupo o estar convencido de querer dejarlo. ¡Al menos hay que intentarlo! Si definitivamente no quiere seguir ... es cuestión de parar y meditar las razones. Si se deja algo, tiene que ser muy convencido.
  Cada persona tiene sus propias herramientas o mecanismos para enfrentarse a sus miedos. Podemos "tirarnos a la piscina" o "meternos poco a poco". Si hemos entrado en una espiral dónde no reconocemos nuestros miedos, no sabemos que hacer o andamos perdidos. Existen profesionales que pueden encaminarnos. Podemos apoyarnos en los demás. Por supuesto éste tema da para mucho y supongo que todos no tendremos los mismos métodos. ¡Cuéntame los tuyos!